jueves, 9 de octubre de 2014

Reflexiones (improvisadas) sobre el deseo

El hambre, la ambición por lograr las cosas, parece consumir al Ser de manera lenta y tortuosa, o a veces, rápidamente y siguiendo un patrón fugaz y cruel. No siempre depende de quien busca, sino también del contexto que le rodea. Ciertos estados de bienestar son más fáciles de alcanzar que otros.

No hablemos solo de deseo carnal, ni del ansia de poder o reconocimiento. El deseo puede abarcar dimensiones más amplias que aquellas que solemos imaginar.

El deseo es parte fundamental de los objetivos que nos planteamos a diario, y va más allá de la mera necesidad de obtener lo que se quiere, e incluso, supera la categoría casi sentimental de lo que entendemos por “anhelo”, pues este por lo general se ve enfrascado en la nostalgia. El deseo, cuando se presenta en su máxima expresión, se convierte en miedo; en el profundo temor de sucumbir ante ese impulso insatisfecho, de caer en la locura de ir demasiado cerca del “objeto” (sin limitarnos a lo concreta, material, que pueda leerse dicha palabra, y sin importar si refiere a una persona) y no sentirse capaz de asumir el riesgo de obtener demasiado, o de descubrir que dicha hambre es injustificada.

El deseo es irracional, pues es la manifestación más pura de la animalidad humana. Basta con imaginar la exquisita y peligrosa sensación de perder la conciencia ante una meta (tan imposible como parezca) y de solo responder en base al instinto; automáticamente, sin evaluar posibilidades.

Existe un desinterés exagerado con respecto al mundo exterior cuando se desea. Se puede decir entonces que el acto de desear se convierte en una expresión superlativa de una individualidad casi irresponsable, pues la meta a lograr se pone por sobre la integridad o la tranquilidad (para exhibir un termino menos extremo) propia y ajena. Cuando el estímulo es constante, podemos entender que la noción del desear se desarrolla, al menos en principio, de manera interna; fase en que la mente se llena de imágenes que exponen la obtención de aquel momento placentero; y es ahí donde se genera la máxima expresión de la ingenuidad tan propia de nuestra especie: La expectativa.

La expectativa; es decir, la anticipación a los hechos, tiene el hábito de tendernos trampas y sumir al individuo que desea, en la más profunda de las desesperaciones. Aún más grave es el problema si dicha expectativa no coincide, luego de un largo proceso, con lo obtenido: la decepción no está, bajo ninguna perspectiva, en los planes de quien desea.    

“Cum finis est licitus, etiam media sunt licita” (“Cuando el fin es lícito, también lo son los medios”)
Hermann Busenbaum ”Medulla theologiae moralis”

Es ahí cuando somos testigos de lo evidente: somos en esencia, egoístas, y es el instinto lo que nos encierra en la idea de un “yo” invencible, o al menos capaz de sobreponerse a todo tipo de adversidades; sin importar los pactos quebrados y las trampas que puedan conducirnos a ese glorioso estado de “éxito”.
Ahora bien, dicho concepto de “éxito” tiene un tinte subjetivo, y por tanto, profundamente personal. No me corresponde juzgar si esta idea es en sí un peligro para el sujeto que la sostiene, pero es posible precisar que cuando lo obtenido coincide con lo esperado, los plazos se cumplen a cabalidad y las condiciones siguen siendo favorables una vez alcanzado ese status ideal de “vencedor”; el triunfo adquiere un matiz distinto, alimentando el “yo” y reforzando las barreras entre nosotros (los, en esta ocasión, satisfechos) y el resto.

Y no es que el desear nos vuelva insensibles a todo lo que ocurre; es solo la máscara de imbatibilidad la que aísla de las sensaciones positivas menores que pudieran rodear a quien padece el deseo. Por otra parte, quien desea se encuentra completamente solo; muchas veces las condiciones que gestan dicha hambre, o los métodos utilizados no son comprendidos por los círculos cercanos al sujeto.

Es más fácil compartir el sufrimiento con otros que convertirlos en cómplices o partícipes del deseo. Puede que se malentienda, pero lo que busco expresar con esto es que, aun cuando el deseo implica un “hambriento” y un “objeto” que alimenta dichas ansias, el logro de la empresa solo da bienestar (y uno bastante inestable, por lo demás) a quien ansía, no a quien (o a lo que) recibe las violentas manifestaciones de aquella atracción.

“Entrégate Eugenia; abandona todos tus sentidos al placer; que sea el único dios de tu existencia; es el único al que una joven debe sacrificar todo, y a sus ojos nada debe ser tan sagrado como el placer”
                                                                                       Marqués de Sade “La filosofía en el tocador”

La adicción, por otra parte, es una manifestación negativa del desear, se gesta cuando la obtención de dicho placer no es suficiente para satisfacer las metas auto-impuestas. El adicto es, por ende, el sujeto que no conoce las limitaciones de sus capacidades, aquel infeliz individuo que sucumbe ante la adornada noción de un “yo” que no ha de ser vencido, ni por las desventajas, ni por el exceso de gratificaciones.   

El adicto entonces, no se siente capaz de abandonar aquella dinámica tan rutinaria de “desear y obtener” y de hecho, no la considera un problema hasta que su entorno le hace saber que dicha adicción le conduce al abandono de actividades necesarias o más útiles de su vida. Solo una vez que se admite que se está enfermo de deseo, se puede proceder al abandono de dicha adicción, aunque por lo general solo se reemplaza por alguna que puede ser menos, igual, o más dañina.

Sin embargo, no todo en el placer es negativo o excesivamente “salvaje”. Quien acostumbra a desear como actividad diaria y natural; quien ambiciona y es sistemático en sus métodos (incluso innovador ante las eventuales falencias) puede alcanzar el estado de plenitud sin caer en los excesos, y la madurez del deseo es el estado al cual debiéramos apuntar. Como toda actividad riesgosa, requiere de una cierta experticie que solo es brindada por una práctica (que incluso nos enfrenta a la posibilidad de errar) virtuosa del acto de “desear”; la frustración es factible de ser hallada en el camino, pero es parte del proceso aprender a superarla, para que el deseo tenga un fin completamente satisfactorio, y no un pobre objetivo cubierto a medias.   


En síntesis, considerando todo lo anterior, hemos de preferir desear a necesitar, desear a querer, desear a anhelar; porque nos es propio y se basa en la incapacidad de mirarnos al espejo cuando los intentos son fallidos, porque yace en la imbecilidad de los ensayos y se nutre del nerviosismo, el ardor de los ideales y recuerdos. El deseo es voraz, maldito, y por otra parte, divino y fuente infinita de tranquilidad una vez que este nos abandona, pues el hambre ya fue satisfecha, no hace sentido seguir torturándonos por ello.

domingo, 11 de mayo de 2014

Eucaliptos

Un rojo para los pulmones secos, otro para los labios partidos. La tarde cálida adormece los sentidos del solitario.

La plaza animada por un trio de niños - como disfrutan los  bastardos! - y yo esperando una señal que no llegará jamás

El momento en que debiste aparecer frente a mi ocurrió en mis sueños y las ganas de que fuese verdad eran tan profundas, que la realidad las hizo desaparecer en cuanto recuperé la consciencia de estar despierto.

Una frase tan tóxica, un humo que adormece mi cerebro y lo atonta al punto de creer que todo a vuelto a la normalidad. Enfermo de las ganas, aun así resuelto a quemar los atisbos de esperanza.

Otro rojo para un corazón atrofiado, para el reflejo instantáneo y necesario de desearte; no se si debo romper la cabeza del frágil mono sobre la mesa o destrozar los sesos del ser que desliza la mano por el teclado.

Resultado invariable y el tiempo que sigue corriendo: primero tu, segundo tu, después tu, luego el resto.

No se si me he vuelto egoísta o exageradamente generoso.

Y la náusea es permanente, y los temblores parte de la melancolía diaria. Los quiebres de rutina son tan breves que me cuesta pensar en algo más,  y ahora que debieses estar a solo pasos de distancia, te siento millas y millas lejos de aquí.

Y por que no llegas?...

 Que rabia saber que me tienes hasta en los momentos de fortaleza.

sábado, 29 de marzo de 2014

Mientrastratodenopensar

Blanco, blanco, blanco, la náusea y el impulso de vomitar hasta secarme.

Blanco, blanco, blanco y la rabia de no saber que hacer.

Blanco, blanco, blanco e infinitas sucesiones de blanco. Esperar y esperar nada que a la vez es todo, y rogar por que nada cambie, pero que cambie todo a la misma vez.

Y no puedo, no puedo... Pero tu quieres que yo quiera por mi mismo, y que pueda por estar convencido de poder.

Pero no se si puedo, aunque se que quiero y hago el intento por ti pero me dices que es vano si no lo hago por mi mismo; y me desalienta verte tan feliz siendo libre y yo tan miserable tratando de ser feliz en mi insignificancia.

Blanco, blanco, blanco... Visualizo el color pero no puedo vaciar mi mente... Y así fácilmente invades lo que me queda. Y tus fotos me golpean y tus frases me hunden y te amo pero me parece que te sobro, y me tienta a quedarme esperando sin hacer nada, pero me mata no poder. Y te amo y lo sabes, pero no se que tanto haces ahora por mi.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Soñador

Abrió los ojos y la habitación era distinta. Abrió los ojos y el zumbido en sus oídos le batía los sesos.

Y la cabeza dolía, la garganta estaba seca y decadente la apariencia; al menos no era el único: La fiesta no terminaba en sus recuerdos.

La chaqueta pesaba más que de costumbre. Al parecer no es bueno mezclar la gripe con el licor, te acrecienta los dolores.
Pero no había motivos para negarse la carcajada, después de todo la noche había traído grandes revelaciones y acontecimientos moralmente censurables...

 ...Ahora el problema era despertar de verdad y darse cuenta que encerrado en tu departamento es bien poco lo que realmente haces por las noches, aparte de soñar hueás, claro está.

Pesimismo Relativo

Transmite lo que quieras, porque poco quedará una vez que te vayas de este mundo. Y no hablo de morirse, ni de desaparecer trágicamente; solo imagina que te vas y que al cabo de unos días no recuerdas nada: dónde fueron las palabras?


Y mierda, que cuesta deshacerse de las ganas de pegarse un tiro a diario... Pero bueno, no es la idea lamentarse por todo.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Blue, Grey, Unknown.

A lonely thought runs across my brain
 Lost in those perfect, mysterious eyes
 Endlessly shaking when holding your body.
 Now I want you here once more, before I die
 A desperate sigh begs for an extra second

A wonderful stare in a beautiful afternoon
 Leaning into my arms once more
 Earning a few more kisses
 Nothing can ever compare to this quiet storm
 A little bit more of your touch, please.

So i guess it's time to Face it
 Honestly, I don't want to leave you here
 Exactly, I can't take you with me
 Ranting I am, because I can't stay near.
 Echoing the memories
 Dear, I think you should escape with me
 Endings are not as good as I expected
 Kissing you would kill me, but I want it
 A wonderful death in your arms, I can see


Iwantyoutoholdme.

domingo, 3 de noviembre de 2013

about a girl.

I met her on a rainy day of August.
Her semi-curly hair, half wet, and her big smile of joy about the new things to come for all of us. It seemed like being away from home would be the greatest experience of our lives.

Perfectly enthusiastic... Laughing out loud on the bus. Listening to my music with faux or maybe true interest.
Now I feel like a dying poet writing his last piece, because I know that every smile we shared, that every moment of my helpless melancholy will not be forgotten (not by me at least).

Now you are in front of me, and I wish I could stay with all of you instead of,coming back home to feel screwed and uncomfortably sleepy... Sharing our hilarious misery was cool, dear: you, an idealist geek with a nice sense of fashion. Me, a disgusting human being with information "that no-one cares about" to give.

I can't say I'm sad of this experience. I'm just concerned about the fact that distance in own country is big enough to keep us away for a long, long time. IT TOTALLY SUCKS to feel that I won't see you soon once I get home

I confess I'm attracted to the way you plan your dreams, your future; although I can't see myself living a so-perfect life...
I'd love to share a bit of your happiness in London, or Paris, or wherever you choose to move to. You've got the will of achieving great things, you've got the will of reading thousands of books... You have the mood of swearing every time you feel that some hipster/romantic/mystic quote was absolutely amazing... You have to show me that beautiful grin of surprise when some new song hits your brain.

You'll be the ruler, maybe not the queen-bee; but you'll lead a generation of stronger minds, with wider horizons, with positive vibe.

I love you.